Historia: Epoca contemporánea

La primera sesión de cine en Langreo

    Como tantas otras novedades de los tiempos modernos, el cine llegó a Langreo con la industrialización, en los años finales del siglo XIX, igual que la electricidad, el teléfono, el telégrafo, el fútbol, cuyo juego introdujeron ingenieros de Duro Felguera. Se pusieron en funcionamiento nuevas vías férreas –El Ferrocarril del Norte– .
Surgieron también entonces los primeras organizaciones políticas y sindicales: socialistas y anarquistas.

    En tan favorable coyuntura se va a pruducir en Langreo un verdadero acontecimiento cultural y artístico en los primeros días del verano de 1897. Por iniciativa de la primera formación ácrata felguerina, aún en ciernes, llamada “Hijos del Trabajo”, el 23 de junio de ese año tuvo lugar en esta comarca del Nalón la primera sesión cinematográfica.
    Unos días antes se había proyectado la misma película en Gijón. Parece oportuno poner de relieve ahora las intensas relaciones que, en los cuarenta años siguientes, mantuvieron los anarquistas gijoneses y felguerinos. En el aspecto cultural, que tal vez sea el menos conocido, esos intercambios fueron realmente fructíferos.

    Aquella primera sesión histórica se celebró en las instalaciones de la fábrica Duro y Compañía –Duro Felguera desde 1900–, cuyos directivos cedieron “generosamente el local y la luz eléctrica”. El aparato utilizado para la proyección fue el cinescopio, que había ideado por Thomas Edison sólo tres años antes, en 1894.

    En las crónicas periodísticas se habló “del embelesamiento y la profunda admiración que había causado la demostración de la fotografía en movimiento” entre los privilegiados espectadores, obreros metalúrgicos de la Duro casi todos. De aquella primicia artística, social y científica –todavía no lo era empresarial y comercial– escribió igualmente uno de los corresponsales felguerinos en un diario gijonés. “Nadie hubiera creído hasta ahora que se pudiesen hacer fotografías animadas de todas las escenas de la vida, de las cuales se pudiera apreciar, con todos los detalles y en tamaño natural, el empuje de las olas del mar estrellándose contra las rocas, así como la llegada de un tren a toda velocidad, calles, paseos con gran circulación de carruajes y transeúntes”. Se puede apreciar en este artículo un alarde de fe en el progreso. Un alarde tan comprensible como ingenuo si se le compara con los avances científicos y tecnológicos de todo orden que se fueron de produciendo en el vertiginoso período que llega hasta nuestros días.

    Asimismo, en los años treinta del siglo pasado, el cine fue utilizado con frecuencia como propaganda política. En Langreo, algunas películas sirvieronn para exacerbar encontradas posiciones ideológicas entre marxistas y anarquistas. Así, en un local del edil republicano felguerino Luis Carbajal ,se proyectaron varias películas del director ruso Sergei Mijailovich Eisenstein (1898-1940). En una de ellas, “La línea general”, que está considerada como una de las obras maestras del cine mundial, se ensalzan los resultados del primer plan quinquenal estalinista,. La película es una fusión del realismo soviético y un prodigioso sentido del ritmo y del montaje, que el director letón utiliza con fines simbólicos y metafóricos. Pues bien, todos los elementos y recursos artísticos, ambiguos y complejos, de la “Línea general”, dieron lugar a distintas interpretaciones políticas, desencadenando enfrentamientos y reyertas, con tiros al aire incluidos, entre los marxistas y los anarquistas langreanos más radicales. Los marxistas eran mayoritariamente mineros y samenses. Los anarquistas, metalúrgicos y felguerinos.

    También en plena Segunda República, se produjo otra confrontación, en la que el cine se esgrimió como última razón ideológica. Y también humanitaria. El pleito se dirimió esta vez en Sama. Fue entre los socialistas, que administraban el teatro Llaneza, y la empresa que explotaba el cine Dorado. Ante el anuncio de que en este cine se iba a proyectar la película “El Congreso se divierte”, hecha en unos estudios alemanes con los principios del cine sonoro, las Juventudes Socialistas amenazaron a sus dueños con la declaración de un boicot. Incluso tenían preparados los carteles para salir de manifestación por las calles langreanas para oponerse a que la película se exhibiera. En este caso se relacionaba lo alemán con el enorme rechazo político que producía Hitler y el nazismo, ya en el poder.

    Desde la prensa se arguyó que en el teatro Llaneza también se habían proyectado películas alemanas e italianas. Además, y esto quizá fuera el argumento más decisivo, el periódico señalaba que “con su actitud podrían causar un grave perjuicio a una pobre viuda con seis hijos, que no tenían más medios de vida que el cine Dorado”. La denuncia, aparecida en el diario gijonés El Noroeste, tuvo consecuencias inmediatas. Las cosas siguieron como estaban: los jóvenes socialistas renunciaron a las medidas de presión que tenían anunciadas.

Francisco Palacios
Área de Historia de "Langreanos en el mundo"