Historia: Epoca contemporánea

Guerra de la independencia

LANGREO HACE 200 AÑOS
Un episodio de la guerra de la Independencia. (I)

   Hace dos siglos, Langreo abarcaba también el hoy vecino e independiente municipio de San Martín del Rey Aurelio.
Por esos años, cerca de la mitad de la población varonil adulta se dedicaba a la arriería. Se desplazaba en recuas y caravanas de animales de carga a León y Castilla, a donde llevaba pescado, manteca, castañas, madreñas y otros artículos de producción propia. Allí se compraban granos, vinos y paños, con los que esos langreanos trajinantes surtían buena parte de la ciudad de Oviedo.
    La otra parte de los varones adultos emigraba: unos lo hacían temporalmente a Castilla o Extremadura para las faenas de recolección y vendimia, otros se iban definitivamente, asentándose en países hispanoamericanos, especialmente en Cuba y Argentina. El resto se afirmaba en la tierra nativa, malviviendo las más de las veces.
   Había un reducido número de personas que comerciaba con avellanas, exportándose una parte considerable, desde el puerto de Gijón, a Inglaterra y otros países nórdicos. La casi totalidad de las tierras y campos pertenecían a una oligarquía, unas pocas familias linajudas, herederas de aquellos justicieros infanzones medievales que se enfrentaron al rey Alfonso VI porque se negaban a pagar impuestos por haber concedido este monarca al obispado de Oviedo el concejo langreano.
    Aquellos hidalgos o hijosdalgo tenían sus casas solariegas en Ciaño y Riaño, donde residían temporalmente o de forma estable. Algunos apellidos ilustres de esta nobleza local langreana, con ramificaciones en otros sitios asturianos, son los de Bernaldo de Quirós, Buelga, Solís, García-Jove, García-Riaño, García-Argüelles, Sorribas, Fernández-Miranda (...).
    Pues bien, en aquel Langreo aún preindustrial, hacia 1810, llegaba la noticia de que las tropas francesas se acercaban al municipio procedentes de Pola de Laviana. Las reacciones fueron bien distintas según los estamentos sociales. Para la mayoría de los campesinos, la noticia significaba una grave amenaza que ponía en peligro sus vidas y haciendas. En cambio, la minoría formada por los llamados "ilustrados" o "afrancesados", los señores de las casas solariegas, aconsejaba calma, prudencia. Querían evitar desórdenes que pudieran traer consigo trágicas represalias.
    Para decidir lo que debía hacerse en tan graves circunstancias, se celebró una reunión en el ayuntamiento. Una reunión de "todo el concejo", que duró toda una noche. (Aquel antiguo Ayuntamiento, que fue incendiado por los carlistas en 1874, estaba situado en lo que ahora es la plaza de Adaro, en Sama).
    En ese solar se edificó el actual Conservatorio de Música, y antes hubo un teatro, convertido posteriormente en colegio de enseñanza media.
    Las autoridades municipales no contaban con fuerza alguna que pudiera organizar la defensa del concejo contra los soldados de Napoléon. Los munícipes decidieron que la postura más pertinente tendría que ser una resistencia pasiva en el valle y una resistencia armada en las montañas. A través de correos secretos, llegaron consignas precisas a los "señores", a los oligarcas de casi todas las parroquias langreanas. Se les instaba a que facilitaran a los campesinos armas, herramientas, suministros, así como toda clase de medios de defensa que tuvieran a su alcance. Algunos de los más jóvenes prepararon la resistencia con los aperos agrícolas emboscándose en el espeso arbolado de la vega de Turiellos (hoy La Felguera). Otros grupos se refugiaron en las montañas llevándose armas de fuego y sables, que se guardaban en la Casa de Armas de los Quirós.
    La Junta Superior de Asturias denominó "Alarmas" a estos grupos de combatientes de condición civil que se acoplaron al servicio militar para la defensa de la nación en peligro.

Un episodio de la guerra de la Independencia. (II)

            En aquellas difíciles circunstancias surgió providencialmente, nunca mejor dicho, Manuel Esteban González de Laguna, natural de Riaño y párroco de Turiellos (actualmente La Felguera), siendo más conocido como Manuel de Turiellos.
Pues bien, este párroco se puso al frente de todos los grupos concentrados en la vega langreana y organizó la resistencia contra las tropas francesas: su primer objetivo era impedir que los franceses cruzaran el río Nalón.
   Asimismo, como consecuencia del prestigio adquirido por su “valeroso y patriótico” comportamiento en la defensa de Langreo, Manuel de Turiellos fue nombrado vocal de la Junta Superior de Armamento y de Defensa del Principado que se instaló en Luarca el 4 de marzo de 1810 y cesó el 21 de agosto de 1811.
   Los episodios más sangrientos de la guerra tuvieron lugar en la Oscura, Sama y El Puente, donde “los huesos de muchos franceses quedaron entre nosotros para siempre”, según José Álvarez Valdés. En esas refriegas fue destruida la casa solariega de la familia García Bernardo.
   Se afirma que la guerra de la Independencia ha causado grandes pérdidas en Langreo y, sobre todo, ha contribuido a la paralización y retraso de su desarrollo minero e industrial.
Ahora bien, Langreo estaba ya prácticamente paralizado en este sentido después de una reciente experiencia empresarial de gran envergadura que había resultado ruinosa. Una iniciativa que había sido patrocinada por la propia Monarquía.
   Sin embargo, tal vez el episodio langreano de la guerra de la Independencia haya puesto en marcha un nuevo proceso con efectos favorables para la zona. Las tropas francesas que entraron en Sama estaban al mando del mariscal Soult. Y es muy probable que el ayudante de campo de Soult, Alejandro Aguado, cuya biografía esbozamos en el primer trabajo, acompañara a Soult en aquella ocasión. Y de este primer contacto con el Valle del Nalón hayan surgido los proyectos que Aguado llevó a cabo años después : construcción de la carretera carbonera, establecimiento de una empresa minera en Langreo (Sociedad Aguado, Muriel y Compañía), así como el propósito, fallido por su inesperada muerte, de levantar un gran complejo siderúrgico en la comarca.
   Por otra parte, aunque la guerra de la Independencia en Langreo ha tenido más bien un carácter, defensivo, de supervivencia, no es menos cierto que ha contribuido, con otros muchos episodios parecidos , a la derrota del ejército invasor en Asturias, cuyo dominio era fundamental para el propio Napoleón: “Sin Asturias, que asegura la posesión de las montañas, no se podrán conservar otras provincias del norte, como Salamanca, Burgos e inclusive Vitoria. Es preciso ocupar Asturias, la más importante de las provincias insurgentes”.
   Fermín Canella enalteció aquella gesta de Asturias, “una provincia española, empobrecida y olvidada, que se atrevió a retar al coloso de Europa, y el patriotismo asturiano no temió ante el renombre de aquellos veteranos franceses encanecidos en cien combates”. Y un miembro de la Cámara de los Comunes inglesa destacó que “jamás hubo cosa tan valiente, tan generosa, tan noble como la conducta de los asturianos en la guerra de la independencia”, añadiendo que la lucha de los asturianos contra “la usurpación francesa, había sido un esfuerzo magnánimo y digno de toda alabanza”. En junio de 1812, acosadas y destrozadas, cuando las tropas francesas, acosadas y destrozadas, abandonan definitivamente Asturias.
   Por último, en pocas ocasiones se precipitó la historia de España con un movimiento tan vertiginoso como en los primeros años del siglo XIX. Se sucedieron entonces una serie de trascendentales acontecimientos históricos: invasión napoleónica, guerra de la Independencia, Cortes de Cádiz, Constitución de 1812, inicio de emancipación de las colonias españolas en América. Se empezaban a quebrar las bases del régimen absolutista, marcando la transición hacia un Estado liberal, en el que la soberanía reside en la nación y no en la Monarquía. Como certifica en la Constitución de 1812: “La nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”.

Un episodio de la guerra de la Independencia ( y III)
Un documento interesante

   En un documento titulado “La contribución económica a la guerra. Pobreza y agravio comparativo en la asignación de los recursos” se recoge la protesta de un grupo de vecinos de la parroquia de Blimea, que entonces pertenecía a Langreo, sobre la discriminación que dicha parroquia sufría en el reparto de las cargas de la guerra respecto a las parroquias del resto del municipio.
    El documento, que se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Asturias*, dice textualmente:

“En el pórtico de la iglesia parroquial de Santa María de Blimea [Blimea pertenecía entones al municipio de Langreo], a quince días de agosto de 1810, ante mí, escribano público y testigos presentes (se relacionan 47 individuos con nombre y apellidos), todos vecinos de este parroquia y concejo, y también Francisco Diaz, todos juntos y de común acuerdo dijeron que aunque se hallan muy penetrados de la obligación que les asiste, como todo buen vasallo, de contribuir a la manutención de las tropas y demás cargas del Estado para la defensa de la justa empresa en que se halla la Nación de defender su religión y su rey, y la libertad que estas cargas y contribución se deben imponer y pagar según las facultades y deberes de cada uno y no precisamente por capitación o número de vecinos, como así lo persuade la razón, la justicia, la equidad natural y el interés público, pues de lo contrario se seguiría que algunos se arruinasen enteramente, quedarían otros de más poder aliviados en el peso de las contribuciones, lo que sólo podría acomodarse a un sistema bárbaro, tiránico y opresivo, y por lo mismo nunca pudieran persuadirse de que la Junta Patriótica de este concejo dejase de tener presentes en sus operaciones estos principios e ideas tan conformes y tan obvios a todo gobierno medianamente ilustrado y justo.
    Pero a pesar de esto han visto y ven con el mayor dolor y sorpresa que dicha Junta olvida en un todo la observanza de tan saludable como precisa práctica, cargando a esta parroquia con las contribuciones que han ocurrido excesivamente con respecto a la mucha pobreza de sus vecinos que es bien notaria y aliviando a las demás.
   Siendo así que atendidas las facultades y caudales que poseen, muchos de éstos podrían y deberían las demás parroquias (contribuir) más, tres partes más, a excepción de la de Barros, otras el duplo al menos de lo que en buena distribución y reparto debiera caberles otorgar, a excepción de dos particulares que hay en esta parroquia. Los demás son de muy cortos haberes, unos pobres sin caudal, hacienda ni aún ganado suyo. Por lo mismo, viéndose indefensos y tan enormemente agraviados, pues aunque el regidor de esta parroquia debiera (…)”.

Dos langreanos muertos en Madrid en 1808

   Finalmente, muchos asturianos, de los que se destaca su gran valor, murieron en Madrid durante la guerra de la Independencia. Entre ellos, por ahora, solamente se conoce la identidad de dos langreanos.
   Se trata de Bernarda de la Buelga Argüelles, de Ciaño, que fue herida mortalmente en su casa de Madrid, en la calle Leganitos, el 30 de agosto de 1808.
    Por su parte, Antonio Fernando Garrido, albañil de 20 años, natural de una aldea de Barros, que tras caer herido de gravedad defendiendo el parque del Prado junto a Daoiz y Velarde, murió a las pocas horas en el Hospital General de Madrid.

*El documento se incluye en el libro de David Ruiz [y otros], “Asturias contemporánea, 1808-1975. Síntesis histórica. Textos y documentos”. Siglo Veintiuno de España Editores, S. A. Madrid, 1981, pág. 22.